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Economía Disruptiva del Bienestar Social para Comunidades Digitales

La transformación social es inminente, pues las formas de compartir en red y de manera horizontal mediante comunidades digitales han empoderado a los actores económicos individualmente considerados en la misma medida en que forman parte de comunidades sociales de carácter digital e interconectado.


Cada miembro de estas comunidades con su simple actuar digital resulta en nodo de distribución de información, oportunidades, desarrollo, trabajo e impacto económico pues convive en ecosistemas digitales donde la economía es directa y distribuida entre sus miembros, en donde el acceso desplaza a la propiedad generando un nuevo modelo de prestación de servicios basados en el compartir, intercambiar, aportar, reciclar y reutilizar.


De tal manera que, la coexistencia de actores económicos en un mismo sistema colectivo de participación masiva exige para el crecimiento de iniciativas individuales que gocen del aval de la comunidad, en donde la equidad y la redistribución de la riqueza mediante la redistribución comunitaria de ganancias e intercambio de factores de producción (como activos infrautilizados) no solo generen para el proponente ganancias dentro de las regla del libre mercado sino ganancias secundarias para otros miembros de la comunidad, lo que se puede traducir en rentas pasivas.


Los nuevos modelos económicos apuntan a compartir de forma innovadora activos desarrollando recursos comunes para la generación de beneficios individuales con repercusión colectiva.


De aquí que el papel de las economías de plataforma han de redifinir, transformar los proceso de reintermediación con el fin de democratizar la oferta y la demana de servicios mediante la externalización redistribuida y justa de necesidades y soluciones, acabando con los oligopolios de las grandes corporaciones de servicios, empoderando a los individuos válidamente reunidos en comunidades digitales cuyos ecosistemas permitan la realización de tales acciones.


La vida compartida entre lo físico y lo digital, ha generado un nuevo sistema de valores y nuevas ciudadanías universales con nueva conciencia y un conocimiento innato que resulta claramente inclusivo, liberal y por demás realista, cuya base puede estar en un nuevo modelo económico que supera al capitalismo cognitivo, replanteando el consumo, la sostenibilidad, la reutilización y el mejoramiento de la economía circular.


La nueva sociedad se basará en sistemas de sostenibilidad cuyas comunidades digitales mejoran la ocupación media de los profesionales libres de forma significativa, pues impera una inteligencia colectiva que apunta al bien común mediante el intercambio de factores de producción, es decir, el capital humano de consumo y de prestación de servicios a cambio de comisiones sobre la base del producido por éste capital; resultando en una segunda fuente de ingresos producto de la democratización del networking como forma de monetización del capital relacional.


Esta nueva sociedad digital inmersa en las economías de plataformas imprime un nuevo dinamismo en la oferta y demanda de servicio y, a su vez, a la demanda acelerada de las plataformas facilitando la migración individual con miras a crear comunidades de trabajo en y desde cualquier parte del mundo.


Esta forma de subsistencia supone el punto de encuentro entre el emprendimiento liberal y la innovación social cooperativista con el fin de empoderar a sus usuarios dejando en ellos la mayor parte del valor agregado producto de dinámicas donde la recirculación de activos productivos, el intercambio de servicios de distribución y el intercambio factores de producción dejan parte del redito entre los miembros que componen la comunidad digital.


Sin embargo, como en toda sociedad los principios y reglas que superan a las leyes deben ser acatadas para la generación de la confianza digital y la construcción de reputaciones individuales con repercusión colectiva; pues cada sociedad digital inmersa en cada plataforma tiene un lugar en la galaxia digital en la que todos convivimos.


De allí que, la reputación y la confianza digital tiene un impacto real y medible en una cultura de estas nuevas sociedades, que propende a la participación masiva en el consumo, proveimiento y redistribución de servicios usando medios digitales, toda vez que la información digital disponible que se autogenera de la interacción de los usuarios en los procesos de compra y venta se mantiene creíble, actualizada y acumulable en el tiempo, abonando a la confianza de estas comunidades.


La confianza para el consumo de servicios mediante medios digitales se apalanca en el virtual shopping como un medio que empareja la existencia de informaciones asimétricas en el intercambio económico entre partes para la compraventa de servicios; ello, habida cuenta de: 1.- Las experiencias previas respecto a los sistemas de compra y a los servicios recibidos por otros consumidores y, 2.- tanto la información respecto a los actores involucrados cuanto el alcance exacto de los servicios son determinados por instancias en los procesos que buscan experiencias digitales humanizadas donde el intercambio de información es plena y facilitan el consumo asertivo de lo que realmente se necesita para la solución de requerimientos.


Esta dinámica permite establecer total flexibilidad y personalización en los precios de los servicios y el desarrollo de nuevos instrumentos y métodos de monetización; como la monetización del capital relacional aportado a una comunidad digital que se sirve o les sirve para la solución de problemas a cambio de comisiones sobre la base del producido por los referidos.


De aquí que el poder de los consumidores de servicios digitales se consolida cuando el actuar individual de cada uno de ellos tiene un efecto de colmena sumando acciones que tienen un impacto comunitario hacia lo interno y tanto más, hacia lo externo, haciendo expansivo, escalable y exponencial los efectos del actuar individual en comunidades digitales.


De este modo, y a modo de conclusión las comunidades digitales con inteligencias colectivas dirigidas a la mutua colaboración hacen surgir economías transformadoras que redefinen nuevos ámbitos de consumo; de manera tal que se generen patrones de conducta hacia la generación constante y sostenible de factores de producción reutilizables donde el trabajo de uno contribuye al desarrollo de otros y el desarrollo de otros contribuye al trabajo de unos.


Un abrazo


Ramón Burgos Irazábal. 


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